viernes, 22 de febrero de 2008

Primeros días, primeras impresiones

A diferencia de la gran mayoría de las ciudades alemanas, Heidelberg queda empotrada entre dos grandes colinas – que no alcanzan a ser cerros, al menos para quienes estamos acostumbrados a las alturas cordilleranas –, a saber, la Heiligenberg (“monte de los santos”, de donde toma el nombre la ciudad) por el norte y la Gaisberg (que no es el “monte de los gays”, sino solamente un nombre propio) por el sur. Por el medio cruza el río Neckar, que corre de este a oeste al igual que los autos que circulan por su costanera. La parte antigua de la ciudad, o Altstadt, queda por la ribera sur hacia adentro un par de cuadras y su calle principal –sospechosamente llamada Hauptstrasse – la recorre de punta a cabo, terminando en los edificios de la universidad, la iglesia del Espíritu Santo (Heiligengeist) y hacia la Gaisberg, el famoso castillo de Heidelberg, como si estuviera trepándose por la ladera. (Fin de la transcripción de la guía turística).

Pasan los días y ya me voy aclimatando por esta encantadora ciudad, musa de Hölderlin y tumba de Gadamer. A pesar de que estos bárbaros todavía no le ponen Hegelstrasse a la calle donde vivió Hegel, igual parece que aun les resta algo de cultura que les ha llegado por alguna parte. Por lo general, a diferencia de las grandes ciudades alemanas, la gente es muy amable y tratan muy bien al amigo cuando es forastero. Si calculamos que cada semestre llegan unos 1000 alumnos extranjeros de intercambio, muchos otros que están instalados de manera estable más todos los turistas – japoneses! – que vienen a sacarse fotos, el heidelberges Volk está bastante habituado a tratar bien a los que venimos a hurgar por acá.

En mi caso ya estoy plenamente instalado en mi pieza 113, en la Europahaus II. Ayer compré una lámpara de escritorio (o sea, una Schreibtischleuchter!) y parlantes para el PC / iPod, junto con otros accesorios varios. Por ahora parece que no va a ser para nada complicado vivir y estudiar acá, al menos por un tiempo. Tengo la biblioteca de la universidad – todavía me estoy aguantando las ganas de ir a conocerla personalmente – a unos cinco minutos a pie, la facultad de filosofía al lado de la biblioteca y la facultad de latín medieval al lado de la de filosofía. O sea, todo al ladito.

Ayer jueves llegó una nueva Mitbewohnerin (compañera de habitación) al departamento y… ¡oh sorpresa! Es la Cony Muñoz, estudiante de Derecho de la PUC, que ya nos habíamos conocido en Santiago. Ella está en la pieza 111, y compartimos cocina y baño. Es una niña bonita, simpática, entusiasta, comprometida, chilena y cocina: la compañera ideal. Por otro lado, está la desventaja que vamos a estar constantemente tentados a hablar en castellano – o más bien al revés, tenemos que hacer un esfuerzo especial para hablar en alemán entre nosotros, lo que se siente casi como un juego – pero con las otras dos italianas y la china – de las cuales sólo está una italiana, Maria Lucia – hablaríamos sólo en alemán. Al menos así ha sido con Maria, quien tiene un alemán perfecto: es de familia italiana pero ha vivido toda su vida en Mannheim y se vino a estudiar a Heidelberg. La otra italiana debería llegar hoy, y la china anda en China de vacaciones – recordemos que se acaba de acabar el semestre de invierno y que el semestre de verano parte en abril –.

Ayer también fui al edificio central de la Uni, el Carolinum (ver foto) a ver a Nicole Dorn, la coordinadora internacional de intercambio, que fue la pobre que estuve saturando con emails con preguntas insensatas (¿Y qué tal el clima? ¿Cómo lo hago para hacer esto? Y esto otro era así, ¿cierto?). La señora esta resultó ser tremendamente simpática, más aún de lo que daba la impresión por los mails, y quedó muy contenta con el regalito que le traje – un pequeño moai de porcelana, gentileza de Porcelanas Florencia –. Ella me reconoció incluso antes que la saludara – nos habían pedido fotos para las fichas – y tenía clarísimo quién era yo, mi situación (todo el asunto no beca pero sí beca, etc.), y sin ir más lejos, me presentó una alemana que venía recién llegando de intercambio de Chile. Me dio su mail y probablemente le escriba para hacer tándem o algo así. Con Nicole estuvimos conversando un rato, incluso sobre filosofía y sobre la ausencia de una imagen del hombre (Menschenbild) en la época contemporánea – ¿alguien se imagina alguna funcionaria de la PUC metiendo ese tipo de temas?– Obviamente le hice más preguntas administrativas, y luego me ofreció si quería en efectivo el primer pago de la beca. Qué me han dicho: partí corriendo a recoger la plata. Y cash. (Esos son de los momentos que a uno le baja la sudaquería extrema… mirando los billetes casi con obstinación, tratando de hacerla piola para que la señora de la caja no crea que eres un delincuente… o más bien, no se dé cuenta que eres un delincuente en potencia.).

El sábado, o sea mañana, tenemos que ir a dar el Einstufungtest (test clasificatorio) para el curso de alemán, en la Max-Weber-Haus (ver foto), la antigua casa donde vivió Weber, que ahora es un centro de enseñanza de alemán para estudiantes extranjeros. Queda al otro lado del río, a unos 15 minutos de acá a pie – según me han dicho, planeo ir hoy en la tarde a hacer reconocimiento del camino –. Como ya habrán inferido, Heidelberg es una ciudad absolutamente caminable, al menos la parte antigua y mucha gente – pero muucha! – circula en bicicleta. Los ciclistas heidelbergenses son especialmente hábiles para evitar autos, gente y obstáculos varios – coches con guagua, perros de ciego, japoneses sacando fotos, avisos publicitarios, chilenos recién llegados, etc. – por lo que andan a toda velocidad tanto por las calles peatonales como por las de autos.

Eso es lo que les puedo ir contando por ahora. Queda todavía pendiente una descripción más acabada del carácter alemán y de sus distintas costumbres, que me la guardo para cuando ya lleve algunas semanas más por acá. Mi salud está mejor, ya está retrocediendo el resfrío-del-que-viene-llegando-del-verano, pero me consuela saber que los alemanes también andan resfriados. O sea, estoy en la onda. Por último – dato freak del día – les cuento que acá los Red Bull son más baratos que en Chile!! Es muy frecuente que en los “pre-carretes” – que aquí se dice vorglühen – los lolos autóctonos le den duro al Red Bull mezclado con otras cosas (i.e. Red Bull-Vodka, Red Bull-Rum, etc.).

Les mando un abrazo muy grande a todos, para ver si me pegan algo del calorcito que están pasando por allá. Disfruten el festival de Viña y me cuentan cómo sigue Amor Ciego (¿todavía no han echado al metalero chanta?).
Pasándolo Schwein (chancho) me despido con un abrazo.
Cristián

4 comentarios:

Ana Maria dijo...

Chico...
Me alegro mucho que lo estes pasando "Schwein"
Dios te ha priviliado, estar en una ciudad tan linda, caminable, que a ti te gusta y "amigable"
Solo falta que llegue el calorcito, que ya llegara.
Que te vaya super el sabado en tu test.
Besos... Ana Maria

Unknown dijo...

Chico, que feliz se te escucha por alla! Da gusto leer tu blog, entretenido y lleno de comentarios que solo de ti podrian venir! Aqui tu ahijada muy bien y creciendo a diario te manda un aguuuu!
Un beso grande y suerte en lo que viene!
Chica

Unknown dijo...

Gracias Chico por tus envíos.
Están muy entretenidos y culturales.
Espero que nos cuentes el resultado de tu visita a la Max Weber Haus y el nivel alcanzado.
Un abrazo
CRO

Unknown dijo...

Buena Cristián, se ve que te recuperas de la fiebre amarilla que vivimos los solteros chilenos...mientras no te coja la fiebre roja...pero estamos aquí muy orgullosos de tu rendimiento en la Germania, siempre me he preguntado cómo podís hacer tantas cosas, el blog, los carretes, el estudio: sos una máquina. Buena Semana Santa, O-Toño