viernes, 9 de mayo de 2008

Una semana más... que se va...


Ninguna semana es exactamente igual a otra, aunque todas tengan exactamente la misma cantidad de minutos. Por más monótona que tienda a ponerse la vida, siempre hay algo, una cosita, un detalle, un algo, un encuentro que convierte esa semana en distinta a todas las demás, aunque tenga exactamente la misma cantidad de minutos. Este principio – Principio de Indistintividad de las Semanas – también se aplica acá en Alemania. Después de las movidas semanas de Stuttgart y Pamplona descritas en el informe anterior, pensaba yo en algunos días más tranquilos y reposados para finalmente retomar el ritmo del estudio y esa cosa por la que alguna vez vine acá, léase la universidad.

Y nada más simpático que una semana con feriado: el primero de mayo también es día del trabajador acá, a lo que se suma la infundada tradición del Thingstätte (pronúnciese algo así como “tingshtete”) que paso a describir.


Thingstätte

Hacia fines de los años 30, un tipo llamado Hitler mandó a construir en la punta del Heiligenberg un anfiteatro gigantesco. (Nota al margen: sucede un curioso caso de metonimia cuando se habla de cualquier cosa que pasó en el III Reich: siempre se dice “Hitler hizo esto”, “Hitler hizo esto otro”, cuando en realidad era todo un gobierno que estaba ahí, no lo puede haber hecho o mandado todo él solo.) Tal anfiteatro tuvo el fin inmediato de servir como sede para los mitines del National-Sozialistische Partei, donde además de tomar tecito, saludarse con palmotazos en los hombros y pasear a los niños, se reiteraban las consignas del partido, como la dominación mundial de la raza aria o la adoración perpetua al Führer. Desde entonces hasta ahora, no ha pasado casi nada, sólo que una guerra destrozó las ilusiones de todo ese tipo de gente – junto con que ellos destrozaran a otra gente y fueran ellos a su vez destruidos, enredo suficiente para que sea tabú para los alemanes – y el anfiteatro quedó ahí.

Los estudiantes heidelbergenses, tan pícaros y traviesos que son, no se les ocurrió nada mejor que inventar una fiesta ahí todos los 30 de abril, a saber, la víspera del feriado del 1 de mayo. “Es la tradición” me decían “tienes que ir, ¡todos van!” ¿Cómo no ser reducido a la sumisión absoluta con ese tipo de argumentos? Así, con lo simpática de la historia, nos pusimos de acuerdo junto con Julia – mi amiga alemana, que ya ha sido mencionada otras veces – y sus amigos para partir al cerro. De partida, era parte de la tradición, juntarse antes a tomar, aunque fuesen las 6 de la tarde.

Adjunto un video del camino, cruzando por el Theodor-Heuss-Brücke sobre el Neckar (Julia es la de rojo)

Luego, la subida. Por instantes, la trepada por el cerro me recordó travesías estilo San Cristóbal u otros cerros, allá por el sur de Chile, sólo que acá nos íbamos topando a cada rato con grupos tanto o aún más alcoholizados que nosotros que también – en la medida de lo posible – iban subiendo, gritando alemaneces que no logré entender, no por un problema de idioma sino por lo gutural de las expresiones. Las canciones de estadio también estaban a la orden del día. Tras probablemente una hora y media de haber estado subiendo – el alcohol también incide en la apercepción de la forma interna de la subjetividad pura, o sea, el tiempo pasa distinto – llegamos al famoso Thingstätte, cuando estaba casi oscuro. A pesar de que acompaño con fotos la escena, intentaré ser prolijo en la descripción. Un anfiteatro, hemicíclico y escalonado, rodeado de bosque – no se veía la ciudad, como sí se veía en el camino – donde cabrían, al ojo, unas 10.000 personas. Al centro un escenario, con una fogata gigantesca, rodeada de gen

te de pie; luego, en una esquina del escenario, un grupo de negros con tambores tocando algún ritmo entre frenético e hipnótico, que daban la sensación de ser una maquinita que les estuvieron metiendo fichas constantemente, porque no pararon en toda la noche. Lógico, rodeados por una serie de alemanes intentando moverse como – y contra – algunas escasas latinas que batían sus ancas compulsivamente. Hacia la parte del “público” se ubicaba la “gallá”, instalada en grupos, algunos en torno a una pequeña fogatita o algunas bengalas, y la idea era sentarse ahí y, como dirían nuestros lolos, “carretear”. Como ya estaba más oscuro que la administración del Mineduc, el plan general y lo que la tradición dictaba era quedarse hasta al amanecer,

para poder bajar con luz. Pero, en estricto rigor, no pasaba nada: sonaban los tambores, salían uno que otros payasos a jugar con fuego, y seguía llegando gente. Nada de escenario y animación, nada de un concierto o algo por el estilo, nada de un DJ, nada de rituales o similares. Carrete por el carrete en sí, cosa que me pareció y me sigue pareciendo un tanto rara, por no decir ilógica. Agrego otro video, para que se hagan una idea del ambiente (el ruido de fondo era constantemente así).



Más encima, mi extrañeza se convirtió paulatinamente en disgusto, cuando Julia y otros de sus amigos comenzaron a exteriorizar su estado etílico, dándose vueltas por todos lados y dejándome botado con unos alemanes nuevos, aún más fomes que yo (izq. abajo en la foto) Ante ese panorama, tras darme varias vueltas, ver si encontraba a alguien conocido o algo de sentido, decidí emprender retirada ylogré encontrar otro alemán en la misma onda que yo, así que nos fuimos juntos cerro abajo. De Julia no supe más, hasta un mail que me mandó al día siguiente pidiendo perdón por su comportamiento. Yo sigo recordando con extrañeza esa situación, sin lograr entender. Quizás si hubiese estado con mis amigos, la cosa habría sido distinta, o quizás no. En fin, otra alemanada más para nuestros registros.

Freiburg

Día jueves pasado en la noche recibo un mail de Jorge Torres, chileno, estudiante de Filosofía PUC, actualmente intercambiado en Freiburg, diciendo que me fuera por el fin de semana. Qué me han dicho. Rápidamente hice las gestiones de rigor y partí el viernes en tren(es) a la hora de almuerzo. Hago primero una descripción de la ciudad: a pesar de que es apenas un poco más grande que Heidelberg, Freiburg es mucho más una ciudad ciudad – una richtige Stadt – con distintas clases sociales, delincuencia, vagos y asociales en las calles, etc. Pero sin perjuicio de eso, es una ciudad increíble: de partida es ciudad universitaria, con una tradición filosófica que sobrepasa por lejos su tamaño. Las figuras de Husserl y Heidegger se ciernen cual dos robles gigantescos a la sombra de los cuales brotan callampitas en la actual universidad. También podríamos llamarla la meca de los fenomenólogos. La ciudad misma, a diferencia de Heidelberg, tiene mucho verde – también en el parlamento regional – lo que se agradece. El sólo olorcillo a bosque, al estar rodeada por cerros verdes, penetra por todos los barrios, especialmente el barrio pituquito en donde está viviendo Jorge. Además, los estudiantes, tan traviesos y pícaros como los de Heidelberg, suelen irse a las distintas Wiesen – explanadas verdes, algo así como una cancha de fútbol – a echarse, hacer asados, jugar fútbol o simplemente “amarse” bajo los árboles y sobre el pasto. También llama la atención la Stusi (abreviación de Studentensiedlung, literalmente “el asentamiento de estudiantes”), un barrio de unas 20 residencias de estudiantes, construidas en torno al Seepark, lago al medio de la ciudad que recibe y aguanta a toda la chusma universitaria de Freiburg, y más heroicamente aún, a sus estudiantes de intercambio.

La estadía con Jorge estuvo muy buena, ya que nos reencontramos sin habernos visto desde diciembre y nos pegamos sus buenas filosofadas, con airadas discusiones incluidas – por momentos apunto de caer en las descalificaciones personales… ¡qué lindo! – como también con profusas conversaciones sobre su tesis sobre el tiempo en Aristóteles, amante celoso que lo tiene consumido en estos meses (en la foto, la estatua de Aristóteles a la entrada de la Freiburg-Universität, compuesta de bronce y de forma de Aristóteles). Esto empero no impidió que hiciéramos varios paseos por la ciudad, como también los carretes de rigor con las amistades de Jorge por allá. Sin ir más lejos, nos fuimos bastante lejos – tuvimos que conseguirnos bicicletas para ir – a un equivalente de lo que serían las fondas alemanas, en un área hacia las afueras de Freiburg. Ahí los “huasitos alemanes”, de ojos azules y chaquetas Nautica, pasaban emborrachados, arriba de las mesas cantando Volkslieder (canciones del pueblo) con un tonito gutural que me recordó el Thingstätte. También tuvimos carretes más normales. A la vuelta, logré coordinarme con una tal Olga Krebs para que viajáramos juntos en esta cosa maravillosa que es el Mitfahren, de modo que me ahorré una hora de viaje y ocho euros en comparación a lo que me habría salido volver en trenes.

Reflexión del ombligo

No es que ahora me vaya a poner a divagar en torno a la curiosa y sugerente formación cutánea que todos tenemos, con mayor o menor grado de gracia, en la mitad del abdomen, sino más bien que, a pesar de que no me he detenido a sacar la cuenta exacta, me estoy dando cuenta que hállome en la mitad del intercambio. Definitivamente ya pasó la luna de miel, que me duró bastante y por ahora, me siento bastante instalado, como si llevara un buen tiempo viviendo acá. El idioma, que claramente todavía no manejo ni cerca de la fluidez de la gente que lleva años acá, no es una complicación mayor ni motivo de preocupación, como lo estuvo siendo en algunos momentos. Ya estoy agarrado al ritmo del estudio, que claramente es menor al chileno pero mucho más pensado para que el alumno trabaje por su cuenta sin estarlo chicoteando. Al mismo tiempo, me ha permitido poder dedicar un buen tiempo a mi futura tesis, leyendo y revisando cosas que quizás no vaya a tener a la vuelta en Santiago. Como comentábamos ayer con las chiquillas, estamos todos con la sensación de que queda poco de tiempo, de que hay que empezar a hacer las cosas que hemos estado chuteando, que, si bien no nos vamos mañana, tampoco tenemos “todo el semestre por delante”, como pensábamos cuando estábamos en marzo. Más encima, el clima se puso violentamente caluroso, pasando de días indecisos con lluvia, sol y nieve al mismo tiempo, a un clima linealmente caluroso, no de primavera sino frontalmente de verano. Definitivamente, el tiempo en estas regiones de Alemania es una locura. Y qué más puedo agregar, estoy bien y contento de cómo ha andado todo hasta ahora, imposible mejor en realidad. No me podría quejar de no estar aprovechando esta experiencia, tanto por el lado académico, como por el personal, ni creo que me vuelva diciendo que “debería haber hecho esto, no haber estado tanto allá sino más acá”, etc. etc. La tentación de postular a un alargamiento del intercambio es constante, pero en términos reales, impracticable, pues me esperan varias responsabilidades insalvables a mi vuelta. Principalmente, la universidad (y si me quedo acá, me atrasaría todo un año más, no gracias).

Termino entonces acá el informe, dejándolos con más fotos del Thingstätte y de Freiburg, para vueso deleite.

Un abrazo grande y quedo expectante de sus comentarios o mails.

Cristián

Foto Heidelberg de noche, a la subida
del Thingstätte, con manos tembleques.
Lo borroso de esta foto es, en realidad, un efecto
para dar cuenta del estado mental de los presentes en ella:


Las infaltables fotos aéreas, esta vez, de Freiburg.

Un "artista callejero" alemán, dando jugo a la entrada del Münster (catedral) de Freiburg.



8 comentarios:

Francisca Vial dijo...

QUÉDATE!!!!!
Imagínate lo choro ... !! y un año mas, uno menos.. En fin..
Yo me voy a ir no sólo x un semestre.. decidi atrasarme un semestre.

Sobre tus variadas actividades: que entrete tus viajes y carretes arriba de cerros (aunq lo carretes en su no sean tan entretes), aprovecha full.. que despues te voy a andar sacando pica!!

Besos

Elías Lestrade dijo...

así que te gustó Friburgo... bonita ciudad, y como tú dices, más ciudad... Friburgo es más pelusa que Heidelberg. Heidelberg es más señorial.

un saludo!

Luis Placencia dijo...

Estimado: Aprovecha las fuentes medievales!!! El resto da igual!!!

Un abrazo,
Lucho

Melania dijo...

Hola! Gracias por tu mail y felicitaciones de cumpleaños, se valora mucho. Lei tu blog, que bueno que te este llendo bien... ya en la mitad! como pasa el tiempo ah! Bueno muchos saludos un abrazo gigante desde Chilito. Besos!

Anónimo dijo...

no sigas el consejo intelectualista de Lucho Placencia... sé equilibrado y combina las fuentes medievales con los paseos a curarse al cerro.

atte, Cateciszmus Stimmt

Unknown dijo...

Hola!
Así que te gusto Freiburg...:) Es bien bonita, nada que hacer. Están buenas las fotos. Ahí me di cuenta que no veía a jorge hace mil años...si lo ves o sabes de él, mándale muchos saludos.
Sobre tu excursión al cerro...jajaj, nada que decir. Supongo que una experiencia extraña y divertida. Ya sabes que la próxima vez que te vayas tienes que meter en la maleta a unos cuantos amigos para esos casos, jajaja. Me apunto para tal caso.
Pero en fin, muy buen informe, divertido, como siempre. Se agradece el humor, expresiones varias y detalles. Pásalo increible y si tienes la oprtunidad de quedarte más tiempo, considéralo. Qué es un año en la vida de los mortales? No has escuchado ese tango que dice que veinte años no es nada?? Bueno, pásalo mmmuuuy bien, conoce harto y sigue infromándonos de tus aventuras.
Un abrazo y un beso
Pau

Ma_Belén dijo...

Hallo, wie geht's?
Llegué a tu blog porque entré a la página de la u.
Te escribo porque me gustaría si el intercambio que haces en Deutschland fue becado o costeado de forma personal.
Soy alumna de periodismo de la Alberto Hurtado y ojalá me pudieras responder.
Saludos, suerte y Alemania es preciosa.

Cristián dijo...

A María Belén, del último comentario:
Me vine por la Universidad (ab)usando la Baden Württemberg Stipendium, que es la beca "standard" que reciben los alumnos internacionales de intercambio que se viene acá; según las vacantes, claro.
Por supuesto, el monto de la eca no alcanza a cubrir el total de lo que uno gasta acá, por lo que el resto lo estoy cubriendo de manera privada -y con privaciones-.
Si tienes más dudas, mándame un mail (cgrodrig@gmail.com)