Hacia principios de julio, mientras mis contemporáneos en Chile daban pruebas, rendían exámenes y se despedían del semestre, yo tenía clases normalmente. Pero ya hacia mediados del mes, empezó a sentirse en el aire un nivel un tantito mayor de densidad: el así llamado “síndrome del fin de semestre” tiene, por lo visto, las características de ser un cuadro universal, encontrándose presente hasta en los países más alemanes de Europa. Como por ejemplo, Alemania. Además, considerando el hecho que durante el semestre no se hacen muchas evaluaciones – a lo más, una exposición o interrogación oral – al final se acumula el estudio, sobre todo cuando no se ha estudiado mucho a lo largo del semestre. Así entonces, como si fuera un ser humano más, me tocó también cerrar el semestre: examen escrito de traducción del latín y examen oral, que providencialmente, correspondía al curso que yo venía haciendo con una profesora española, quien me ofreció dar el examen en español. Lo pensé cerca de 0.013 segundos antes de aceptar. Después de haber contado con una performance bastante aceptable en ambas evaluaciones, se viene lo entretenido: hace un tiempo ya venía planificando un viaje, con motivos, por así llamarlo, académico-turísticos. Esto es, visitaría cuatro ciudades, dos por placer y dos por asuntos académicos – sin perjuicio que igualmente éstos resulten placenteros ,como es nuestro caso – y todo esto en el marco de 10 días. Tras hacer los contactos correspondientes, las reservas y coordinaciones del caso, las encomendaciones a san Rafael, protector de los viajeros, y a san Garriel, protector de los viajes en tren, partí el día miércoles 17 de julio con destino a Köln, también llamada por los romanos Colonia, puesto que era una colonia. Además, de ahí proviene originalmente el nombre de “eau de cologne”, o sea, colonia.
Dentro de la distinción hecha supra, el viaje a Köln caía en la categoría de “académico”, puesto que iba exclusivamente a conocer el Thomas-Institut, uno de los centros más importantes – si no el más importante – de investigación en filosofía medieval, y también a conocer personalmente al Herr Prof. Dr. Dr. h. c. Andreas Speer (no estoy exagerando: usa todos esos títulos), quien es considerado como uno de los medievalistas más importantes de la actualidad. Si sé que en ningún caso tiene la solemnidad de asistir a una audiencia con el Papa, el glamour de asistir a una gala en Cannes, la emoción de tomarse un café con George Clooney, o la gloria de esperar varias horas afuera del Hotel O’Higgins para ver de cerca a ídolos tan grandes como Marco Antonio Solís o Maura Rivera. Sin embargo para los seres curiosos en esta área, resulta especialmente importante. Así, Dr. Dr. h. c. Speer me recibió en su despacho, digamos, unas 5 horas después de lo que habíamos planteado en un principio (me tuvo esperando de 10 am hasta las 3 aprox.). No obstante, habiendo viajado exclusivamente a eso, poco me importaba esperar y en la biblioteca del Thomas-Institut había suficiente material como para entretenerme unas 3 ó 4... décadas. ¡Qué biblioteca! (lo que se ve en la foto es sólo unpasillo: deben haber habido unas 6 u 8 salas con las paredes tan llenas de libros como ese pasillo). Lo más simpático de todo esto era el mismo Speer: un tipo muy sencillo, vestido con polera y chalas – y, si bien no lo recuerdo, asumo que alguna especie de pantalón –, muy buena onda y me recibió con mucha amabilidad. Conversamos un muy buen rato – tanto así que por el atraso perdí mi conexión a mi próximo viaje – hablando de filosofía y filósofos, de lo humano, lo divino y lo que cae esporádicamente entremedio, como también sobre eventuales posibilidades de doctorarme por allá, opción que tras la conversación quedó francamente abierta, aunque sin compromisos. Por lo demás, también me dio algunos datos de becas que no tenía en mis registros. En resumen, a pesar de la espera de varias horas y del atraso del viaje, la entrevista con el Herr Prof. Dr. Dr. h. c. fue todo un éxito. Con esto ya quedó el contacto hecho para cualquier necesidad futura, lo que incluye, si me piace, hacer un doctorado con él.
II
Literalmente corriendo desde el Thomas-Institut, intenté alcanzar al tipo alemán - un tal Günther, como casi todo alemán - que me llevaría en auto hasta Münster, mi próxima parada. Mas, llegué 20 minutos después de la hora programada. Y eso, señoras y señores, acá no se perdona. La mejor alternativa fue tomarme un tren, que salió más fácil y barato de lo que pensaba, y así, el día jueves 18 alrededor de las 21 horas ya estaba llegando pisando la estación. Allí me esperaba Antonia (izq. en la foto), quienes los lectores más fieles recordarán como la alemana, polola de Jorge Peralta, junto a quien fuera encontrada una noche en las calles de Heidelberg por los habitantes de
III
Tras un emocionado desayuno de despedida (?),
Nos encontraríamos en Berlin para estrujar las bibliotecas de allá:
IV
Como ya se venía convirtiendo en la tónica, llegué apurado y al justo al aeropuerto para salir de Berlin. Baste decir que llegué 4 minutos antes que se cerrara el counter. Mi próximo destino –turístico– era una conocida ciudad al centro de Francia, famosa por sus panes, sus quesos y algunos edificios. Inicialmente la llamaban Lutecia (o Lutetia), pero ya hacia el siglo IX se encuentran algunos registros, en los cuales se ve claramente que sus habitantes tomaban ya la costumbre de llamarse a sí mismos “los de Paris”. Posteriormente, Paris pasó a llamarse con el nombre que la conocemos hoy, o sea Paris. Allí fui recibido por Pepe De Toro, amigo mío quien está doctorándose allá sobre historiografía medieval, intentando mostrar, a partir de crónicas universales del siglo XII, que los historiadores de esa época tenían una noción de la historia mucho más científica y técnica de lo que usualmente asumen los estudiosos actuales. Paris, al igual que Berlin y otras ciudades, recibe con toda propiedad el epíteto de ser una de las “capitales del mundo”, en el sentido que, nos guste o no, es una de las pocas ciudades en las que se lleva la delantera y que las demás sólo pueden ir siguiendo. Y no sólo en un sentido de modas, vanguardias estéticas, filosóficas o tecnológicas, sino también en un sentido histórico: en Paris hoy se está haciendo la historia y se están trazando las líneas de hacia dónde va la historia. Para el resto, sólo nos quedaría intentar ser una oposición a tal delantera, o bien unirnos a ella. Pero el punto es que son las ciudades del mundo que no le son indiferentes a nadie, sea para reprocharlas o alabarlas. Por eso tenía sentido estar en París. Bueno, y además ver todas las cositas lindas que tiene para ofrecer la ciudad. No tendría, en este contexto, mucho sentido ponerme a detallar cada uno de los días y los recorridos que hice por la ciudad, como tampoco comentarios detallados a cada uno de los momentos – por lo demás tampoco tendría tanto que decir – por lo que hago algunas apreciaciones generales. Primero, todo el mundo dice siempre que Paris es una ciudad hostil, que la gente no es muy amable, que, si bien hablan inglés, no van a hablar sino en francés y que no son muy amigos de los turistas. Y efectivamente es así, no encontré ningún elemento relevante que pudiera poner en duda este prejuicio. Es una ciudad tremendamente activa y movida, de ajetreo constante que, al mismo tiempo convive con su historia, entroncada en los innumerables monumentos – por usar un nombre genérico – que la poblan dé nord á sud. Así, al igual que su misma historia, se muestra como una ciudad llena de paradojas, o por qué no, contradicciones. La que alguna vez fuese el centro intelectual más importante para el mundo cristiano occidental, hoy, conservando multitud de iglesias impresionantes, es considerada uno de los lugares más anticlericales del orbe; donde brillaron, según dicen, los ardores de la revolución y de la emancipación del pueblo sobre la autoridad tiránica, abundan hoy los monumentos imperiales ensalzando apoteósicamente la figura de un solo hombre, bordeando la idolatría (por ejemplo, l’Arc de Triumph, Hôtel des Invalides); en el mismo lugar que se erigieron inmensas catedrales góticas para que el hombre levantara la mirada a Dios, se levantaron también torres para celebrar las maravillas de la técnica y la ingeniería, sin ningún otro sentido trascendente a ellas mismas (p.e.
V
Estas últimas dos semanas que me quedan acá ya comenzaron con la partida de
En este minuto no estoy en condiciones de prometer mucho, pero creo, con cierto grado de certeza, que podré hacer una última entrega alrededor del 15 de agosto, días antes de volverme a Chile. Más predicciones que estudiar y hacer trámites no puedo hacer, pero seguro que les estaré contando si pasa algo interesante, como he estado todo este tiempo. Espero que para ustedes la lectura – y esto es un premio para los que llegan hasta acá y hasta hoy – haya sido tan disfrutada como lo fue para mí la escritura. Cuando vuelva y converse con ustedes, creo que podré darme cuenta quiénes leyeron, quiénes saben en qué anduve, qué hice y qué pensé por acá; y no sé si me dé el ánimo para estarme repitiendo los cuentos una y otra vez. Por último, a los que no hayan leído, los remitiré al Heidel-Blog, que seguirá juntando polvo virtual, incluso una vez que ya no esté aquí.
Un abrazo fuerte a todos,
Cristián
PS: como ya es costumbre, añado algunas fotos y links de videos sobre estos episodios.
Sarcófago del Doctor Subtilis, Johannes Duns Scotus (ca. 1266 - 1308), ubicado en la Minoritenkirche, Köln.
Para los que se quedaron metidos con el final de la Segunda Guerra Mundial: en Münster, el día sábado 18 de julio, las tropas inglesas de ocupación, tras 42 años de presencia en esta ciudad, se retiraron oficialmente, rindiéndole honores al alcalde de Münster. Casualmente y sin tener mucha idea, con la Antonia pasamos por ahí y registramos el momento. Recién en Berlin, Joaquín me hizo notar lo importante del momento que había vivido: parte de los aliados se retiran de las plazas alemanas ocupadas desde 1945. Algunas imágenes y videos:
http://www.youtube.com/watch?v=Q12Zu16Ou84
http://www.youtube.com/watch?v=3TLWUEsrm6Q
http://www.youtube.com/watch?v=Vro4ZnsZZBc
Niños jugando con los Enten en los Hafen de Münster
Pedro Abelardo es un campeón para los franceses. Vaya a saber uno porqué... su estatua en la entrada del Louvre y su tumba en Pére Lachaise
En el Louvre encontré esta curiosa pintura: "La Victoria de Santo Tomás". Si la miran con atención, no sólo se encontrarán con Aristóteles y Platón (?) a su lado, sino a Averroes siendo aplastado por el Aquinate. (Pobre Comentator!!)
Dicen que Napoleón era - físicamente - pequeño. Si es verdad, entonces se las arregló muy bien para hacer creer a los franceses lo contrario. He aquí su tumba:
Par de videítos: bajo la Torre Eiffel y el Louvre
http://www.youtube.com/watch?v=fIIZzW0Ck4c
http://www.youtube.com/watch?v=SyIAXXTt65Q
Esta es para los que no se imaginan lo grande que es la Torre Eiffel:
(ahí estoy arriba recién del primer piso de tres)